Yo estaba en una esquina, (vaya, en una esquina, me pega y todo...) con Bowie. El cual se había hecho un cambio de look de un día para otro. En lugar de su pelo a lo Beatle, llevaba el pelo rizado a lo Dylan. Iba con una especie de cazadora de cuero, beige con un tono brillante, y unos pantalones de campana. En un momento dado, Bowie se fue. Me quedé sola, así que decidí remediarlo volviendo con Eric y Jimmy.
-Mira, con esa tuve sexo después del concierto de los Who -dijo Jimmy a Eric señalando a Margarett, que reía con Bonzo y Robert.
-Está bien, me gusta.
-¿Marge? ¿Con Margarett? -Dije sorprendida, colándome en la conversación.
-¿Ocurre algo, Layla?
-Sí... bueno, no... yo que sé.
-¿Por?
-Nada, Jim, nada...-de pronto, miré al fondo y vi a Bowie besándose con alguien. No me importaría, pero es que se estaba besando CON UN HOMBRE- ¡Me cago en la puta que lo parió...!
Fui dirigida a él, apartándome a la gente bruscamente. Iba un pelín bebida, así que era todo un peligro. De pronto, Margarett se interpuso en mi camino. Me detuvo, me dijo que lo dejara en paz, y que me volviese a casa. De hecho, nos volvimos las dos juntas.
Dormí, y al día siguiente, con una fuerte resaca, tuve que ir al bar del cerdo de Denis a trabajar. Aguantamos sus comentarios salidos de tono, a los borrachos que nos contaban su vida sin que nos importase una mierda, y volvimos a casa.
Estuvimos toda la tarde cantando y tocando la guitarra, imitando a los grupos con los que solíamos juntarnos.
-Eh, Marge, adivina quién soy, "UUUUUH BABY BABY AAAAAAH AAAAH" -canté yo (o más bien gemí) de pie, con una pose un poco afeminada, y moviendo el pelo.
-¡Eres Robert Plant! ¡Eres igualita!
Nos reimos muchísimo juntas. Fue divertido hasta que empezó a oscurecer, y ella fue a vestirse. Había quedado con Roger. Fui a despedirme de ella, que se iba en su coche. Antes de entrar dentro, escuchó el teléfono. Fui a cogerlo, pero era para ella. Habló, no parecía muy contenta, y volvió al coche.
Y cuando el coche arrancó, pude ver quién estaba detrás en la otra acera, con una mirada que transmitía de todo y nada a la vez. No, no era Syd.
Bajó la cabeza, miró a un lado, suspiró, y cruzó la calle. No sabía como reaccionar bien a esto, así que opté por un simple "Hola" un poco tartamudeado, y sin mirarlo a los ojos.
-¿Por qué?
-¿Por qué qué?
-Lo de Robert. Si tenías ganas de... ya sabes... para eso me tienes a mi. Pero no entiendo que te fueras a zorrear con el rubiales ese y encima delante de mis narices.
-No me entiendes, Dave. -ahí, se me humedecieron los ojos.- Ni siquiera yo sé quién soy... ni qué hago... Ni qué debo hacer. Soy una zorra sin sentimientos, lo sé, joder. Estoy tan acostumbrada a no tomarme absolutamente nada en serio que...
-No, no, no, no, Lay, no me llores -exacto, no pude evitar llorar, y Gilmour me abrazó. Me eché para atrás, extrañada, y mirándolo a los ojos, le dije...
-¿A qué viene esto?
-Te quiero, Lay. Y me duele verte así, aunque me haya dolido igual lo que me hiciste...
Y disfruté de aquel abrazo. Yo antes no era así, yo desde niña siempre fui una niña buena, una niñita de mamá, obediente, inteligente... Pero todo empezó cuando descubrí a Chuck Berry y al Rock n Roll. Ahí, dejé de ser Tiffany para siempre.
En ese interminable momento en el cálido abrazo de David, en aquella noche fría Londinense, me di cuenta de que estaba completamente desorientada. Pareció que Tiffany quería volver a salir, pero la puta de Layla la volvió a meter dentro a empujones. Aún con una lágrima resbalando por mi mejilla, sonreí, solté una risita y dije: "Me gusta como hueles". No contestó. Aun esperando la respuesta, cerré los ojos, pensando que ese momento no iba a terminar nunca, pero terminó. Él me soltó. Se alejó un poco, y cuando creía que ya había terminado todo, me dio la mano.
Con una sonrisa dibujada en sus gruesos labios, me preguntó que a donde quería ir. Y paseamos los dos por las calles más extrañas de Candem. Nos encontramos con la gente más rara. Fuimos a un bar, nos sentamos y hablamos.
-En realidad no tendrías por qué haberte enfadado.
-¿Qué dices?
-No somos nada... somos amigos. Amigos muy especiales.
-Ya, bueno, si tú eres como una...
-¿Como una QUÉ? -me puse seria.
-Como una... ya sabes, groupie.
-Ni Marge ni yo somos groupies. Estamos con vosotros por la música. Amamos Pink Floyd. Las groupies, estoy segura de que no tienen ni idea de lo que es amar una estúpida canción... o una estúpida banda... con tanta fuerza que... que hasta duele.
-¿Entonces qué sois?
-Banderas.
-¿Banderas?
-Sí. Exacto. Bandera viene de la palabra Banda. Yo no me enfadaré si a ti te da por tirarte a Marge, que por cierto, yo que tú ni lo pensaba que el Roger ese parece tener muy mal genio... así que tú no te enfades si yo me enrollo con Robert.
-Eh... vale...
La conversación dejó de tener sentido. Hubo unos cuantos silencios incómodos, y luego me acompañó a casa. Solo que él se fue al dejarme allí. Abrí sin fijarme en aquel coche que había aparcado delante, el de Roger. Se oían ruidos. Entré y no se me ocurrió otra cosa que decir "¿Maggie? ¿Estás ahí?" Entonces oí como cuchicheos, y a Margarett salir de la habitación con una camisa larga que le tapaba lo justo para que no se le viera nada.
-Eh, lo siento, estoy en otro mundo, ya te contaré. ¿Estás con...?
-Sí, sí, el que está en la habitación es Jimmy.
-¿Jimmy?
-AH! Digo Roger, Roger... no sé por qué he dicho Jimmy... eh, da igual, déjalo.
Y me acosté en el sofá, ignorando todos los ruidos que venían del dormitorio.
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